Auriculares y conversores digitales-analógicos
La búsqueda del sonido perfecto
Siempre fue de mi filosofía que si uno pasa mucho tiempo en una determinada actividad, debe hacer toda la inversión posible para que sea muy disfrutable. Es muy parecido a la Ley de Amdahl: siempre conviene invertir en mejorar las partes más grandes y, como aconsejan muchos sistemas de productividad, solucionar los problemas más graves primero.
En mi caso, la cuestión era relativa a la música. Prácticamente todo el tiempo estoy escuchando música, así sea mientras trabajo, mientras me divierto, mientras leo algo, o simplemente de fondo mientras hago algo más. Tener una buena experiencia mientras escucho música iba a ser, entonces, para mi un cambio muy grande en la forma en la que puedo apreciarla.
Para aquellos que no conozcan mis gustos musicales, se trata de estilos de música en donde realmente se hace un uso continuo de la banda de frecuencias disponibles. Pasando por el heavy metal y el metal sinfónico, terminando en el power metal, el electro dark y el dubstep. Este es el tipo de música (aunque no los únicos) en donde ser escuchados con buena y con mala calidad dejan ver dos obras completamente distintas, y como siempre digo “hechas para ser escuchadas a alto volumen”.
Mis requisitos
Ya que escucho música en ambientes muy distintos, y que por lo general requieren no molestar al resto de los presentes, los auriculares eran la respuesta que yo estaba buscando. Además, soy quisquilloso. Los auriculares que yo escojiera tenían que tener:
- Diseño de cans, full size, o circumaural. Básicamente quería que el sonido estuviera envuelto en mi oido, y que no se escapara mucho. También podría haber intentado unos in-ear, porque permiten alcanzar volúmenes muy altos sin molestar afuera (claro, porque prácticamente llevan el sonido directo al cerebro), pero con el uso prolongado suelen doler muchísimo. Además, se ensucian y se rompen más fácilmente también.
- Buena calidad, si no es que la mejor. Estuve mirando muchos modelos para mezcladores e ingenieros de sonido. Para esto tuve que estudiar un poco qué significan las especificaciones técnicas de los auriculares y parlantes. Una investigación en Google no me convierte en especialista, pero es importante saber lo que uno está eligiendo, especialmente cuando un numerito de diferencia puede ser mucha calidad y mucho dinero que poner en la balanza.
- Precio aceptable. Es muy común en este tipo de situaciones que convenga poner un presupuesto máximo. El mío eran los 200 dólares. Por ninguna razón iba a pagar más de eso, excepto que me permitiera escuchar choques de átomos. Por supuesto, los productos de calidad serio se desorbitan en precio. Creanmé, no es difícil encontrar modelos que ronden los mil quinientos dólares. Y si bien me gusta la calidad, también me gusta comer al menos dos veces al día.
- No demasiado pesados, o un diseño que se apoyara en la cabeza. De no ser así, termina ocurriendo que se apoyan contra la parte superior de la oreja y produce un dolor terrible pasado un rato de uso (muy similar a como se siente un calambre). Peor aún, pueden doblarnos las orejas de forma permanente para un look más goblin. (Dudo que eso ocurra, pero no estoy interesado en probar.)
- Tamaño apropiado. Para hacerlo peor, mi cabeza no es de las más pequeñas, y ya he probado varios que por su ancho se aferran con dureza indescriptible a mis oidos.
Tras unas semanas de investigación encontré que las marcas que daban este tipo de características no eran muchas. Quitando las muy profesionales que se escapan de mis posibilidades de pago, la lista se reducía a dos o tres: Sennheiser, Sony, Bosse, y alguna que otra marca que ya ni recuerde.
Los elegidos
Entonces la respuesta vino a mi en forma de recuerdo. Tassy tiene desde hace casi nueve años unos auriculares Sony MDR-V150, que todavía son increíblemente cómodos, resistentes y con una calidad muy destacable. Pensé que Sony habría seguido su línea, y efectivamente lo hizo.
Mi siguiente trabajo fue, ya decidida la marca y las posibles opciones que tenía, elegir unos con el precio más aceptable. Apunté primero a los mejorcitos, los MDR-7509HD, cuyas especificaciones técnicas realmente resaltaban. Tras unos pocos días de búsqueda y análisis, efectivamente los encontré en oferta muy razonable por sus características: 180 dólares.
Este es el momento decisivo, en donde me pregunto: ¿realmente vale la pena para mi gastar casi 200 dólares en auriculares? Lo consulté con la almohada unas repetidas veces, y decidí que en mi caso sí lo sería.
Experiencia al probarlos
Los resultados fueron increíbles. El primer día que recibí los auriculares me los puse y encontré que, grandes y concisos, no eran pesados como para molestar. Tenían un tamaño bastante apropiado como para que entre mi cabeza y prácticamente cualquier otra, y los ear-pads eran muy cómodos y hasta refrescantes (incluso lo siguen siendo tras horas de uso). El cable está espiralado como cable de teléfono ( ¿recuerdan que los teléfonos tenían cable?) haciendo que sea difícil de quebrar, la entrada de auricular es prístina y chapada en oro, lo que le da menor resistencia en la transmisión.
Me aseguré que el volumen no me fuera a hacer explotar la cabeza y puse música. Literalmente escuché cosas que nunca había escuchado antes, en canciones que ya conocía de memoria. Fui gradualmente subiendo el volumen hasta llegar a límites ya molestos y desde afuera no escuchaban nada de mi ruido. El paso de los días y su uso continuo demostraron que el dinero estuvo bien invertido.
Hoy, casi un año después, pienso exactamente lo mismo.
DAC – Conversor digital a análogo
Tiempo después, cruzó delante de mi vista un artículo de LifeHacker sobre una temática similar, llamado Unleash your headphones’ full potential with a USB DAC and Amplifier. Parecía prometedor, y parecía que por unos pocos dólares más podía volver a lograr mi gran experiencia de mejora de sonido. El artículo, en pocas palabras, dice lo siguiente: las computadoras por lo general utilizan un método de amplificación o atenuación de sonido que degrada la calidad, y los algoritmos de decodificación no son los mejores. Esto hace que aunque tengamos archivos de muy buena calidad, no será aprovechada en su totalidad, haciendo que no importa qué tan buenos sean nuestros auriculares. En cambio, un DAC (Digital-Analog Converter) está pensado específicamente para esa tarea, y un aparatito que puede funcionar desde un USB puede hacer un trabajo mucho mejor que el que logra la computadora.
Los comentarios de los usuarios en el mismo post y varios foros de audiófilos dicen que es raro que esto haga una diferencia muy grande. La diferencia existe, pero al día de hoy parecería que la mayoría de las computadoras hacen un trabajo bastante aceptable en esta decodificación. ¿Cómo saber si ese es nuestro caso? No tengo los elementos suficientes como para saber responder eso.
Decidí intentarlo también y compré de Amazon un FiiO E10 USB DAC. Tuve que elegir ese entre varios porque no todos tienen salidas de auricular, no todos tienen entradas USB, y no todos son DAC y Amplificador a la vez. El producto en sí salió unos 70 dólares más, pero si hacían tanta diferencia como lo prometían, valdría la pena.
Debo decir, también valió la pena, pero la diferencia no fue tan marcada como la esperaba. El DAC se instala a sí mismo como dispositivo de sonido solo con enchufarlo por USB y podemos configurar la computadora para que el sonido salga a través de él como cualquier otro dispositivo. No noté grandes diferencias en calidad, al menos no por defecto. Pero hay una característica que lo hizo muy interesante: este modelo tiene una capacidad de amplificación impresionante. Tiene niveles de cero al ocho, y no puedo llegar al dos porque me duele la cabeza. Finalmente, tiene una activación de bajos que permite una especie de sonido de sorround increíble, y sin pérdida de calidad. Es pequeño y portable, aunque se calienta bastante durante el uso. Yo creo que está más pensado para quedar fijo en algún punto, y lo veo muy útil con su salida digital para uso con home theaters o dispositivos que hagan un gran uso del sonido.
¿Y qué sobre la configuración?
Bueno, la configuraciones a realizar en las máquinas no son realmente muchos. Los auriculares se pueden usar como cualquier otro auricular, con cualquier dispositivo que acepte un auricular común. El DAC es, por otro lado, exclusivo para máquinas, no sé sobre qué sistemas operativos funciona pero sé de primera mano que Windows está asegurado. La configuración a realizar es casi nada, solo asegurarse que tenemos la salida bien configurada, como si conectáramos más parlantes.
Por otro lado, hay una pequeña estrategia a seguir para lograr buena calidad con las computadoras. Trata de mantener, por software, el volumen lo más alto posible. Si se escucha demasiado fuerte, probablemente la computadora esté amplificando y entonces un punto medio será aceptable. Para manejar el volumen entonces usamos los dispositivos externos (DAC, parlantes, o lo que sea) y tendremos unos pequeños puntos más sumados a la calidad. No harán una diferencia terrible, pero la hará.
Conclusión
Ustedes dirán: “justificalo como quieras, pero gastaste casi 300 dólares en auriculares”.
Yo responderé: “¡pero valió la pena!” *baila*