Consejos de comunicación, parte 2: No eludas la pregunta
Ser conciso y no-ambiguo
¿Les ha pasado esto alguna vez?
Ustedes: Estará listo el reporte para esta tarde?
Alguien más: Lo que pasa es que estuve trabajando durante todo el día ayer en el otro trabajo del que hablamos y se extendió más de lo que esperaba porque los números no concordaban con el estimado original.
Si sienten la insatisfacción de una respuesta inexistente en esa conversación ficticia, sabrán de qué voy a hablar hoy.
Muchas veces es verdad que una explicación no puede resumirse a un simple “sí” o “no”, pero es sobreestimada la cantidad de veces que esto es realmente así. Muchas otras veces, no se trata de no dar una respuesta satisfactoria, sino de sentir la necesidad de justificar lo que decimos. En los demás casos, que son la mayoría, siempre conviene limitarse a un “sí” o un “no”.
Para el primero de estos casos (cuando no se puede resumir), lo recomendable es al comenzar la respuesta, dar a entender que se requiere de una explicación mayor. Por supuesto, si la respuesta se inclina hacia alguna de las opciones, indicarlo. (“Es complicado, pero podría decirse que sí. Verás…”) De la misma forma que una noticia comienza con el titular que la resume, una respuesta debe comenzar con la conclusión que la pregunta busca.
Para el segundo de los casos, el de la necesidad de justificarnos, el mismo concepto aplica, pero no hace falta que indiquemos que tenemos la respuesta. Deberíamos directamente dar esa respuesta, y aclarar que a continuación necesitamos justificar. “Sí, pero…”, “Sí, y además…” y combinaciones son amigos. Si no podemos asumir que la otra persona puede salirse de la explicación (por ejemplo, porque no es por escrito sino en persona), deberíamos indicar que viene más, a menos que se trate de algo escencial. “Sí. Pero deberías saber más sobre lo que pasó.” “No, hubo complicaciones.” Son buenos ejemplos.
Relacionado con este consejo, también es importante saber no dar explicaciones o respuestas no pedidas, si no es información esencial que el interlocutor debe tener. Esto hace que una comunicación, además de gastar tiempo, puedan confundir al interlocutor teniendo que procesar información que no esperaban. Además, puede que les juegue en contra si es que al mostrar las razones de una conclusión, las razones parecen indicar una conclusión distinta a la que ustedes expusieron.
Sé que existen excepciones. Se puede ser muy directo y muy conciso, pero eso no es siempre lo deseable. En conversaciones o discursos donde la imagen pública es importante, ser tan conciso puede ser confundido con evadir razones o completamente ignorarlas. Queda en ustedes decidir en qué caso están ustedes.
“Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas.”
En resumen: comenzar con la respuesta directa a una pregunta, y evitar explicaciones si no son necesarias.